martes, 27 de septiembre de 2016

27 de septiembre, CXCV Aniversario de la Consumación de la Independencia Nacional


*Reseña leída en la ceremonia cívica organizada por el Ayuntamiento de Izúcar de Matamoros, en el Parque Pavón.

Es la entrada del llamado Ejercito Trigarante a la ciudad de México, la que se considera como la fecha oficial de consumación del largo y complicado proceso por el cual México obtuvo su libertad de la metrópoli española. Sin embargo, para el imaginario colectivo es el 16 de septiembre, inicio del proceso, la fecha que ha perdurado y se asocia con la independencia de México; poca ajaraca se le hace al 27 de septiembre, aunque siendo realistas debería tener más peso en las conmemoraciones patrias. Fue el de Agustín de Iturbide, un militar criollo, el liderazgo más fuerte en la última fase de la lucha emancipadora de la otrora Nueva España, una paradoja si consideramos que Iturbide fue uno de los más temible caudillos que infringieron derrotas al bando insurgente. A este se sumaron líderes de importantes sectores sociales de la moribunda colonia así como algunos de los pocos combatientes insurgentes que habían sobrellevado la causa como son Vicente Guerrero, Nicolás Bravo o Guadalupe Victoria. El acta de independencia firmada un día después de la llegada del ejército de las tres garantías dice lo siguiente: La nación mexicana que, por trescientos años, ni ha tenido voluntad propia, ni libre el uso de la voz, sale hoy de la opresión en que ha vivido. Los heroicos esfuerzos de sus hijos han sido coronados y está consumada la empresa, enteramente memorable, que un genio, superior a toda admiración y elogio, amor y gloria de su patria, principio en Iguala, prosiguió y llevo al cabo, arrollando obstáculos casi insuperables. Habían pasado 11 años de conflicto y lucha, atrás quedaban los Hidalgo, los Allende, los Morelos, los Matamoros y muchos más, se había pasado de pensar en únicamente en el regreso de un rey venido a menos, a fundamentar la idea de un país nuevo; herencia sin duda de la raíz española y católica del novel país es el establecimiento de un imperio mexicano, cuya efímera corona se ceñiría sobre el propio Iturbide. Si se pone en perspectiva este momento histórico se deben reconocer los factores que contribuyeron a que España no presentara una oposición más férrea a la escisión mexicana, sobre todo su situación política y económica, por el otro la conveniencia de la sociedad criolla, la cual detentaba el poder económico, mas no político de la Nueva España y la cual vio la oportunidad de encumbrarse, y si no únicamente basta echar un vistazo a las firmas del acta de independencia ya referida. Sea como sea México nació, con muchas diferencias y desigualdades, muchas todavía subsistentes pero emergió para contar una nueva historia; se lee en la ya referida acta de Independencia:  Restituida, pues, esta parte del Septentrión al exercicio de cuantos derechos la concedió el autor de la Naturaleza, y reconocen por inenagenables y sagrados las naciones cultas de las tierra; en libertad de constituirse del modo que más convenga a su felicidad; y con representantes que puedan manifestar su voluntad y designios […] La pregunta que queda en el aire a 195 años de esta consumación es, si nuestros representantes han manifestado la voluntad de un país para buscar su felicidad, hagamos un rápido flashback en nuestra historia y sobre todo habrá que pensar en la realidad en la cual vivimos, y cada uno tendrá la respuesta más conveniente.

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