viernes, 10 de abril de 2015

Emiliano Zapata Salazar, símbolo de la lucha agraria en México (1877-1919)


*Reseña leída en la ceremonia luctuosa organizada por el H. Ayuntamiento de Izúcar el 10 de abril de 2015 y después de la cual se colocaron ofrendas florales en los dos monumentos que del caudillo existen en nuestra ciudad.


Nació el 8 de agosto de 1877 en el poblado de Anenecuilco, estado de Morelos; hijo de Gabriel Zapata y de Cleofas Salazar, desde muy niño estuvo familiarizado con las labores del campo. Un pleito debido a su fuerte carácter lo llevó a tener que huir de su pueblo natal en 1897, para lo cual obtuvo trabajo en la hacienda de Jaltepec, Chietla. Tras regresar a Anenecuilco comenzó a involucrarse en la defensa de la tierra de su comunidad por lo cual sufrió la famosa leva, incorporándose al 9no. Regimiento de Caballería en Cuernavaca; gracias a la influencia de Ignacio de la Torre y Mier, yerno de Porfirio Díaz, fue liberado del servicio y trabajó como su caballerango en las cuadrillas de dicho personaje por casi un año. En septiembre de 1909 es electo presidente de la junta de defensa de las tierras de su comunidad, cargo por el cual comienza a tener relación con personajes inconformes con el régimen porfirista. Su primera incursión política la realiza al apoyar al candidato oposicionista al gobierno de Morelos, Patricio Leyva, no obstante el triunfo del cacique Pablo Escandón, trajo represalias contra Anenecuilco y sus tierras. Con el levantamiento encabezado por Madero y su Plan de San Luis, Zapata y otros líderes morelenses acuerdan enviar a Pablo Torres a entablar negociaciones con el coahuilense. Para 1911 Zapata con los demás líderes se lanzan a la lucha armada teniendo como bandera la cuestión agraria; a Zapata le toca incursionar en el sur de Puebla, para luego unirse con otros grupos en varios lugares de la entidad morelense. El 16 de abril de 1911 los revolucionarios con Zapata a la cabeza toman Izúcar, pero esta ocupación no duraría mucho. Sus desavenencias con Madero hicieron que Zapata promulgara el Plan de Ayala el 25 de noviembre de 1911, en donde se sintetiza buena parte de su ideología y la de sus aliados. El gobierno maderista lo combatió, mandando a militares de carrera para batirlo, pero sin éxito. Mandó sus representantes a la Convención de Aguascalientes y al  producirse la división entre Carranza y Villa, optó por seguir con este último, con quien entró a la ciudad de México en noviembre de 1914. Sus tropas se denominaban Ejército Libertador del Sur. En ese mismo año la Convención de Aguascalientes hizo suyos los postulados del Plan de Ayala, el cual también fue aceptado por el Ejército del Norte, pero las relaciones con Venustiano Carranza quedaron rotas. Después de la toma de la capital de la República por los constitucionalistas, Carranza encargó combatir a Zapata al general Pablo González, y el 2 de mayo de 1916 dicho general ocupaba Cuernavaca, que vuelve a manos de las fuerzas zapatistas para ser tomada definitivamente el 8 de diciembre. Los zapatistas representaron un obstáculo tan fuerte para el gobierno carrancista que recurrieron a un audaz plan para deshacerse del caudillo morelense; dicho plan fue urdido por el referido general González y el licenciado Luis Patiño, siendo el ejecutor del mismo el coronel Jesús Guajardo. Guajardo le hizo creer a Zapata que desconocía a Carranza, citándolo en la hacienda de Chinameca, municipio de Ayala, Morelos, donde lo emboscó y asesinó el 10 de abril de 1919. A 96 años de su cobarde asesinato el legado del llamado Caudillo del Sur sigue presente en muchos pueblos y sobre todo en el sector campesino, el cual como en esos años continua dando la batalla para subsistir en medio de la modernidad que no le da al campo y a sus trabajadores el lugar que les corresponde y por el que Zapata siempre luchó.

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